Todos nuestros santos

A propósito de este fin de semana, compartimos un artículo de Joe Iovino de la Iglesia Metodista Unida (EE.UU.). La versión original en inglés se encuentra aquí. Sobre todo en un año de pandemia y muerte cercana e inesperada, que la memoria y el ejemplo de los santos sean de consuelo y fortaleza para todos.


“El Día de Todos los Santos: Un día santo que Juan Wesley amaba”

El 1 de noviembre es el Día de Todos Los Santos, un día santo algo pasado por alto en las congregaciones metodistas. No se conoce tan bien como el día anterior, la Víspera de Todos los Santos, mejor conocida como Halloween, pero es mucho más importante en la vida de la Iglesia.

Juan Wesley, el fundador del movimiento metodista, disfrutaba y celebraba el Día de Todos los Santos. En su diario del 1 noviembre 1767, Wesley lo llama "un festival que yo amo de verdad". En el mismo día en 1788, escribe, "Siempre encuentro este un día tan cómodo". El año siguiente le llama "un día que amo particularmente". Esto quizás suene extraño. Los metodistas unidos no creen en los santos, ¿verdad? Pues, sí...y no.

Wesley advertía acerca de estimar demasiado a los santos. Los Artículos de Religión que envió a los metodistas en los Estados Unidos en 1784 incluyen una declaración en contra de la "invocación de los Santos" (Artículo XIV). Wesley no encontraba evidencias bíblicas para la práctica y desalentaba a los metodistas de participar.

Empero, también advertía en contra de no tomar en cuenta a los santos del todo. En su diario para el Día de Todos los Santos, 1 noviembre del 1756, Wesley escribe, "¡Qué supersticiosos son los que se niegan a darle gracias solemnes a Dios por la vida y la muerte de sus santos!”. La palabra traducida como "supersticioso" en inglés es _scrupulous_, estar indispuesto a hacer algo considerado impropio, moralmente incorrecto, etc.

El Día de Todos los Santos es una oportunidad de dar gracias por todos aquellos que nos han precedido en la fe. Es un tiempo para celebrar nuestra historia, lo que los metodistas llaman la tradición de la Iglesia. Desde los días más tempranos del cristianismo, hay un sentido de que la Iglesia consiste no solo en los creyentes vivos, sino también en los que nos han precedido. Por ejemplo, en Hebreos 12 el autor anima a los cristianos a recordar que una "gran nube de testigos" nos rodea, animándonos y alentándonos.

Carlos Wesley, el hermano de Juan, recoge este tema en un himno llamado "Ven, unámonos a nuestros amigos en el cielo". En la primera estrofa, él ofrece una imagen maravillosa de la Iglesia a través de las épocas: "Que los santos en la tierra se unan a cantar/ juntos con los que ya partieron a gloria/ Que todos los siervos de nuestro Rey/ en tierra y cielo uno son". En el Día de Todos los Santos recordamos a todos aquellos– famosos o desconocidos– quienes son parte de la "comunión de los Santos" que confesamos cada vez que recitamos el Credo de los Apóstoles. Contamos historias de los que "ya partieron a gloria".

Junto con personas como Pablo en el Nuevo Testamento, Augustín de Hipona, Martin Lutero, y Juan y Carlos Wesley, contamos historias de la abuela que nos llevaba a la iglesia cada domingo. Recordamos al pastor que oró con nosotros en el hospital, y al vecino que cambió el aceite en nuestro carro familiar. Damos gracias por el líder de jóvenes que nos contó que Jesús nos amaba, y la hermana de la iglesia que nos trajo comida cuando estábamos sin trabajo. Volver a contar estas historias nos aterriza en nuestra historia. Estos recuerdos nos enseñan cómo Dios ha provisto para nosotros a través de la generosidad y el sacrificio de los que nos precedieron. Las historias de los santos nos animan a ser todo lo que Dios nos ha creado para ser.

El himno de Carlos Wesley nos dice que "los que ya partieron a gloria" son acompañados por "los santos en la tierra", quienes también celebramos en el Día de Todos los Santos. Pensamos en las personas inspiradoras con quienes adoramos cada domingo, y las otras en todo el mundo que jamás conoceremos. Celebramos a otros metodistas que nos inspiran, y los de otras denominaciones cuyas vidas nos animan. Damos gracias por aquellos con quienes estamos de acuerdo, tanto como aquellos cuyas opiniones no compartimos. También, recordamos y oramos por nuestros hermanos y hermanas en Cristo que siguen fielmente a Jesús en lugares donde el apodo cristiano los pone en peligro.

En el Día de Todos los Santos, demos gracias tanto por los santos en gloria y en la tierra, que nos han llevado a Jesús. Justo como ellos han compartido el evangelio con nosotros, que nosotros también usemos nuestras voces para que otra persona escuche de la gracia y el amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Gracias a Dios por la vida de sus santos.

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